Hacia los desconocido RELATO EROTICO

Yo le vi primero. Apareció por una esquina asustadizo, hu
do de algo, que luego supe, era de sí mismo. De sus pensam
tos. Me sorprendieron sus andares, como de jinete escoci
me hizo gracia. Volví a verle en “la Cueva de La China”.
Allí llegamos las tres. Lucía nos preguntó y corriend
fue para la barra: dos cañas y una clara. Y rápido le vi. Es
siguiendo a las palmas, los movimientos de La China. Por fin
laba ella en su local y eso hacía que la sala estuviera llena y
hubiera máxima expectación. Sin duda era un momento má
que decidí vivir desde él. Sus ojos acristalados, su muec
estupor antes vista, se tornó en sonrisa de disfrute, y sus m
acompañaban al compás. Se notaba que era un manojillo de
vios, “para bien y para mal”, pensé. Aquella misma noche q
conocerle. Aproveché una segunda ronda de cervezas, para
yo a pedir. ¡uff.!, ¡que de gente en la barra!-pensé. Di tres p
y estaba ya a su lado. Me puse en cuclillas, a la altura de su
hombro con hombro, sentía su presencia y su aliento como
bocanada que me puso los pelos como escarpias. Era evid
que el chico me atraía, ¿rompería la palabra esta sens
mágica?.
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- Yo te he visto antes, -le dije.
- ¿,de veras?
- Sí, sí, hace un rato en la calle Cuchilleros.
Fijó sus ojos luminosos en los míos y no -dijo nada.
Miramos junt@s al tablao. La China seguía contorneándose, y de
pronto reparé en el violonchelo. Mi mente se puso a fantasear.
Imaginé que él era el violonchelo y yo la instrumentista. Las
cuerdas eran su extensión de piel. Por un lado mis dedos a ritmo
vertiginoso, por otro el arco deleitándose en el roce de las cuerdas, todo ello resonando en el cuerpo de madera, buceando por
aquella boca oscura, que fraguaba sonidos tan sugerentes, que
hacían bailar a la China. El clímax llegó cuando dos haces de luz
enrocaron, uno a la bailaora y otro al violonchelo. La instrumentista le dio la vuelta y lo usó de caja. Golpes a un ritmo frenético hacían a la China taconear a raudales. Yo estaba muy mojada.
De repente reparé en mi acompañante, le mire y , como un torbellino, las vibraciones extasiantes volvieron a mi piel. La sensación antes solitaria, ahora compartida, volvió a recorrerme.
Intuí que él había sentido algo parecido. Suspiré y le dije:
- ¿Te vienes conmigo?
- Vale. Contestó.
- Ahora vengo- Y me fui a avisar a éstas.
Mi casa estaba a tres manzanas. Por el camino ya emergieron los primeros datos de nuestras biografías.
- Así que eres informático. Pues no te pega. Y te llamas
Antonio. Pues tampoco te pega
- Tú vida en cambio, seguro que es más predecible, me respondió ¿a que trabajas en algo de lo social?
- Educadora, trabajo en “proyecto de calle” con chaval@.s.
- No pensemos que tenemos que follar- de repente me dijo.
- Vale. No planeemos nada- Nunca me habían dicho algo así,
pero ya he follado mucho. Prefiero descubrir tu piel desdeotros lugares. Dormiremos junt@.s y nos tocaremos
gustas ¿sabes? Y jugar contigo es mucho más de lo que
hace un par de horas, que pensaba que iba a pasar la n
sola y ahora en cambio, estamos aquí l@s dos...
- Eres una tía dabuti. Me haces sentir muy bien.
Subimos a mi casa, que era un tercero. Nos metimos e
habitación.
- Toma este pañuelo y tápate los ojos, le espeté, mien
me fui para el baño.
Quería realizar una fantasía que me rondaba por la ca
desde hacia un tiempo. Cogí unos guantes de cirujan@ que g
daba con los productos de curar heridas y me los puse. Cu
volví a mi habitación ya se había vendado los ojos. Le guié
que se tumbara boca arriba. Y empecé a tocar, primero
dedos de los pies, desde la punta a los valles. Pasé a los tob
haciendo círculos, seguí por los gemelos frotando mis nud
con su piel y me detuve en sus meniscos. Agarre sus piern
las encorvé. Quería investigar el recodo de sus rodillas.
mis dedos y los deslicé como si fueran hormigas camina
Sentí su respiración profunda y su mueca de placer. Abrac
muslos. Después rocé sus ingles. Tensó los tendones de sus
y sonrió. Acto seguido cogí sus genitales y masajeé sus escr
para pasar luego a la base de su pene. Con una mano le ma
bé, mientras con el índice de la otra penetré en su culo, ro
do su próstata. Dio un grito de placer. Sus ruidos me llenaro
excitación. Subí al ombligo y después me deleité en sus pez
Los rodeé, los amasé, los pellizqué...todo su cuerpo se zara
en espasmos rítmicos. Sobre su tripa humedecida escrib
mis dedos de goma : “estoy en la gloria”. Jamás me había s
do tan libre y a gusto con alguien en la primera noche.
Descansamos junt@s del placer compartido- Yo h
disfrutado mucho recorriéndole y él siendo recorrido. Me
los guantes y después le aparté la venda de los ojos. De re
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Asociación de Mujeres JóConcurso de Relatos Eróticos

te comenzó a acariciarme con su nariz el cuello y la oreja
izquierda. Nuestras extremidades se mezclaron y rodamos por
la cama. Volvimos a jugar, a excitarnos, a fusionarnos. Nuestros
genitales se endurecieron. Nos miramos con ojos deseosos de
envolvernos y penetrarnos.
Y entonces, primero bajando la mirada, para luego cruzarla
nuevamente con la mía, él me contó que tenía problemas de erección si usaba preservativo.
- O usamos preservativo o no habrá penetración. Le dije.
Si no usamos nada, yo mañana me comeré la cabeza, esperando
ya mi próxima regla con angustia y esperaré también con ansiedad tres meses para ir corriendo a hacerme las pruebas de VIH.
No hay nada que desee que pueda con ese sufrimiento de después. Es más, si hubiera algo que deseara tanto como para querérmela mí misma luego tan poco, ese algo sería muy malo y
entonces, no lo quiero para mí.
- Eres estupenda. Me gustaría que me ayudaras a poder ver
que el condón no corta el rollo. Me respondió
- Yo no soy tu enfermera, je, je,…no…es broma, pero me gustaría enrollarme contigo más días y el condón estará presente.
Jugar con él será algo que acabe acompañando a nuestros
encuentros, ¿te gustaron mis caricias a oscuras?
- Muchísimo, tía
- Pues mis manos estaban cubiertas por guantes de látex. Mi
piel y tu piel se retozaron con gran sensibilidad, ¿no podría ocurrir lo mismo con tu pene y mi vagina cubiertos por un preservativo?.
Acto seguido decoramos nuestros cuerpos con pinturas
de piel, “La función volvía a comenzar’, queríamos seguir jugando junt@s. Y tenía en la mesita condones de colores...

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