Fue en el área de Neonatología del hospital de Juan José Castelli. Ocurrió por falta de especialistas. La médica descansó solo 16 horas.
Una pediatra que cumplía funciones en el servicio de neonatología de un hospital del Chaco, debió abandonarlo al borde de un colapso físico y psicológico porque nadie se hacía cargo de encontrarle un reemplazo. Estuvo casi seis días consecutivos como única profesional a cargo del servicio. Exhausta, hizo una exposición policial para dejar constancia de cómo sus superiores la dejaron en una situación de virtual abandono y con numerosos niños bajo su responsabilidad.
El escenario de la historia fue el Hospital del Bicentenario, situado en Castelli, una ciudad del oeste chaqueño, a 300 kilómetros de Resistencia. Es el municipio de cabecera del Departamento Güemes, la región con peores indicadores sociales y sanitarios en la provincia.
Allí la médica Rosana Alicia Medina vivió un inesperado calvario que comenzó cuando el miércoles 10 de febrero, a las 8 de la mañana, ingresó a trabajar en el servicio de neonatología del hospital. Salió a las seis de la tarde del jueves, y regresó el viernes, nuevamente a las 8. Al cabo de 24 horas de prestaciones como única pediatra del servicio, debía ser relevada el sábado. Pero su reemplazo nunca llegó.
Medina contó que desde enero se venía advirtiendo al director del hospital, Raúl Romero, sobre la falta de médicos, y que nunca logró comunicarse con él para ver de qué modo iban a resolver la situación para que ella pudiera retirarse a descansar. Luego de intentos infructuosos de comunicarse con Romero mediante llamados y mensajes de texto, la pediatra tomó una decisión desesperada: envió una ambulancia al domicilio del funcionario para que lo buscaran. Tampoco dio resultado.
La profesional, sin opciones, se quedó para mantener la atención a los bebés que se encontraban en neonatología. Llegó el domingo, sin novedades. Medina logró comunicarse con el subsecretario del Ministerio de Salud, que le dijo que no podía resolver nada por desconocer las cuestiones organizacionales del hospital y -ya desesperada- logró comunicarse con el ministro Luis Gómez Samela. Tampoco le dio una respuesta. “Ellos me dijeron ‘hija, te vas a enfermar, ¿no tenés familia?’, pero no me dieron una solución”, contó.
El lunes, cuando le dijeron que el director del hospital estaba de vacaciones, la pediatra se dio cuenta de que estaba "sola" y sin perspectivas de una salida. En plena crisis, avisó a un contador del hospital que iba a retirarse, y se dirigió a la comisaría para dejar constancia de que todo lo que le había tocado vivir. Eran las 11 de la mañana del lunes. Habían pasado más de cinco días continuados como única pediatra del servicio para recién nacidos, con una única pausa de 16 horas, la que tuvo entre el jueves y el viernes.
Cuando el episodio tomó estado público, el Ministerio de Salud habló de “una descompostura” de Medina que se resolvió sin problemas. “No me descompuse, mi cuerpo y mi cabeza no daban más, así de simple. Yo lloraba, quería escaparme. Ahora estoy con un médico y un psiquiatra. Estoy enferma por la Salud Pública”, dijo ella en declaraciones a medios locales.
Y recordó con voz quebrada la sucesión de días intentando resolver todo lo que iba surgiendo en el servicio. “En esa situación de estrés uno cree que se va a volver loco –dijo-. No es justo para mí, ni, como les dije a los padres de los chicos, tampoco es justo para sus hijos que no tengan la mejor atención”.
Gómez Samela, en un comunicado, afirmó que el hospital de Castelli “está funcionando de forma óptima, con sus respectivas guardias y profesionales”.
Una pediatra que cumplía funciones en el servicio de neonatología de un hospital del Chaco, debió abandonarlo al borde de un colapso físico y psicológico porque nadie se hacía cargo de encontrarle un reemplazo. Estuvo casi seis días consecutivos como única profesional a cargo del servicio. Exhausta, hizo una exposición policial para dejar constancia de cómo sus superiores la dejaron en una situación de virtual abandono y con numerosos niños bajo su responsabilidad.
El escenario de la historia fue el Hospital del Bicentenario, situado en Castelli, una ciudad del oeste chaqueño, a 300 kilómetros de Resistencia. Es el municipio de cabecera del Departamento Güemes, la región con peores indicadores sociales y sanitarios en la provincia.
Allí la médica Rosana Alicia Medina vivió un inesperado calvario que comenzó cuando el miércoles 10 de febrero, a las 8 de la mañana, ingresó a trabajar en el servicio de neonatología del hospital. Salió a las seis de la tarde del jueves, y regresó el viernes, nuevamente a las 8. Al cabo de 24 horas de prestaciones como única pediatra del servicio, debía ser relevada el sábado. Pero su reemplazo nunca llegó.
Medina contó que desde enero se venía advirtiendo al director del hospital, Raúl Romero, sobre la falta de médicos, y que nunca logró comunicarse con él para ver de qué modo iban a resolver la situación para que ella pudiera retirarse a descansar. Luego de intentos infructuosos de comunicarse con Romero mediante llamados y mensajes de texto, la pediatra tomó una decisión desesperada: envió una ambulancia al domicilio del funcionario para que lo buscaran. Tampoco dio resultado.
La profesional, sin opciones, se quedó para mantener la atención a los bebés que se encontraban en neonatología. Llegó el domingo, sin novedades. Medina logró comunicarse con el subsecretario del Ministerio de Salud, que le dijo que no podía resolver nada por desconocer las cuestiones organizacionales del hospital y -ya desesperada- logró comunicarse con el ministro Luis Gómez Samela. Tampoco le dio una respuesta. “Ellos me dijeron ‘hija, te vas a enfermar, ¿no tenés familia?’, pero no me dieron una solución”, contó.
El lunes, cuando le dijeron que el director del hospital estaba de vacaciones, la pediatra se dio cuenta de que estaba "sola" y sin perspectivas de una salida. En plena crisis, avisó a un contador del hospital que iba a retirarse, y se dirigió a la comisaría para dejar constancia de que todo lo que le había tocado vivir. Eran las 11 de la mañana del lunes. Habían pasado más de cinco días continuados como única pediatra del servicio para recién nacidos, con una única pausa de 16 horas, la que tuvo entre el jueves y el viernes.
Cuando el episodio tomó estado público, el Ministerio de Salud habló de “una descompostura” de Medina que se resolvió sin problemas. “No me descompuse, mi cuerpo y mi cabeza no daban más, así de simple. Yo lloraba, quería escaparme. Ahora estoy con un médico y un psiquiatra. Estoy enferma por la Salud Pública”, dijo ella en declaraciones a medios locales.
Y recordó con voz quebrada la sucesión de días intentando resolver todo lo que iba surgiendo en el servicio. “En esa situación de estrés uno cree que se va a volver loco –dijo-. No es justo para mí, ni, como les dije a los padres de los chicos, tampoco es justo para sus hijos que no tengan la mejor atención”.
Gómez Samela, en un comunicado, afirmó que el hospital de Castelli “está funcionando de forma óptima, con sus respectivas guardias y profesionales”.
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