lo largo de los últimos meses hemos repasado muchas marcas pero ver cada semana coches que salen solo de unos mismos astilleros puede ser en ocasiones un tanto monótono. Por ello os proponemos en el día de hoy repasar a cinco grandes coches de Le Mans. No están todos puesto que sería imposible; hay demasiados coches históricos en la legendaria prueba francesa. Pero sí hemos tomado cinco coches que representan cinco elementos clave en el mundo de la resistencia en general y las 24 horas de Le Mans en particular. ¡A disfrutarlos una vez más!
Ford GT40 – Adaptabilidad
Si uno menciona un coche de competición famoso por sus 40 pulgadas -un metro y dos centímetros- de alto, la respuesta automática es pensar en el Ford GT40. Aunque el nombre es fácilmente recordado, a menudo se falla en el hecho de no mencionar a los “modelos hermanos”. Si el GT40 -llamado internamente Mk.I-, también lo fueron otros como el Mk.II o el Mk.IV. Después del intento fallido de comprar Ferrari, en Estados Unidos se marcaron como meta vencer en Le Mans, humillando a los italianos si era posible. Empezó así una rivalidad singular.
Por ello, Ford se asoció con Lola y construyeron un coche para vencer en la mítica prueba francesa. Después de un debut poco exitoso en 1964, las cosas mejoraron un poco en 1965 pero no fue hasta 1966, con la llegada del Mk.II -segunda generación de Ford GT40-, que pudo vencerse en Le Mans con Bruce McLaren y Chris Amon. De hecho, hubo triplete americano, a la vez que Ford se convertía en la primera marca americana en vencer las 24 horas de Le Mans. En 1967, con el nuevo MkIV, Ford volvió a ganar. A pesar de ello -o puede que precisamente por ello-, un cambio de normativas forzó a Ford y a las demás marcas a retirar sus modelos.
La misma adaptabilidad que Ford había mostrado con el GT40 y las múltiples evoluciones -poco se parecía el Mk.IV al Mk.I-, los dos modelos anteriores en competición que ya habían probado las mieles del triunfo no podían competir en Le Mans -el Mk.III era un coche de calle-, por lo que Ford tuvo que recurrir al vetusto Mk.I. Con él, consiguieron vencer no solo en las 24 horas de Le Mans de 1968 sino también en las de 1969. De hecho, fue el mismo chasis, que venció en ambas pruebas. Con Jacky Ickx al volante, este fue el canto del cisne de un coche que inspiró a toda una generación.
Ferrari 330 P4 – Belleza
Si les preguntáramos a muchos de los que vivieron la época de los años 60, aquellos que tuvieron la suerte de ver al 330 P4 en acción, no tendrían ninguna duda. El Ferrari 330 P4 es muy a menudo considerado como el coche de competición por antonomasia. El bólido de carreras más bello desde que el mundo es mundo. El color rojo, las formas que fluyen de forma suave, natural, como el viento, la velocidad que demostró. Lo único que le faltó al 330 P4 para coronarse fue ganar Le Mans. Pero eso no le impidió pasar a la historia por su estilo.
Sí consiguieron ganar en Daytona, en 1967, única temporada en la que los 330 P4 compitieron. Una victoria legendaria para Ferrari con una foto igualmente histórica y con algunos de los mejores pilotos del momento. Muchos de los que compitieron con el 312 de Fórmula 1 lo harían también con este coche de resistencia. Pero habría que añadir talentos del tamaño de Jackie Stewart entre otros. No hay duda que un coche así atrajo la atención de grandes pilotos, aún existiendo tan solo cuatro unidades fabricadas.
Al respecto de este coche hay una anécdota sobre la derrota en las 24 horas de Le Mans en 1967. En su lucha hasta el fin del mundo contra Ford y sus Mk.IV, durante la noche francesa hubo un apagón mientras los Ferrari rodaban en cabeza. Cuando el cronometraje volvió a estar activo, Ford era líder con una vuelta de ventaja que Ferrari no pudo recuperar en ningún momento. Al año siguiente, una chicane recibe el nombre “Ford” en el circuito de La Sarthe. Conspiración o no, nunca se sabrá. Claro que siempre queda la frase de “c’est l’argent”…
Porsche 917 – Leyenda
El Porsche 917 lo tiene todo para convertirse en un icono del mundo del automovilismo. Una historia fantástica sobre cómo Porsche engañó a los inspectores de la FIA haciéndoles creer que tenían 25 unidades construídas y listas para funcionar… sin ser cierto. Un sinfín de decoraciones míticas como la de los colores de Gulf, Martini, Porsche Salzburgo, … Un coche que es absolutamente precioso. Una película protagonizada por un actor como Steve McQueen y éxito más que abrumador en las carreras, con dos victorias en las 24 horas de Le Mans. Aunque Porsche tuvo otros grandes coches en Le Mans como los 935, 936, 956 o 962, el 917 fue el que lo empezó todo; la leyenda que inspiró a los guerreros del futuro.
Todos los múltiples modelos del fantástico 917 contribuyen a la leyenda. Tanto el 917L como el 917K e incluso el espectacular 917 de la Can Am que se estrenó allí después del cambio de normativas en Europa que no permitía que el 917 siguiera compitiendo en el viejo continente. Los inicios no fueron fáciles y 1969 se saldó con muchas roturas y un Le Mans desastroso a la par que trágico con la muerte de John Woolfe, con el único 917 privado de la pruba francesa. Solo los 1000km de Zeltweg dieron una esperada victoria a un coche que no acababa de comportarse como querían los alemanes. No fue hasta que John Wyer se asoció con Porsche y modificó la parte trasera de los 917, que se solucionaron los problemas. Llegó la victoria en Le Mans en 1970, con dos 917 en las dos primeras posiciones.
Tras anunciarse el cambio de normativas para 1972, Ferrari dejó de trabajar en el 512M y Porsche se quedó sin rivales reales. Esto ayudó a que 1971 volviera a ser un paseo triunfal, con el único rival real en forma del Ferrari 512M de Roger Penske. Así se terminó la carrera del 917 en Europa, aunque alguna unidad acabó en la Can Am. Historia corta pero intensa. Hasta 1981, cuando las normativas volvieron a abrirse y Kremer presentó un nuevo 917, llamado 917K-81, muy espectacular. Clasificó entre los diez primeros, demostrando que la base era más que excelente aún diez años más tarde pero problemas técnicos impidieron que viera la bandera de cuadros. Su última carrera fué en Brands Hatch ese mismo año, donde abandonó por culpa de problemas en la suspensión tras haber llegado incluso a liderar. Si alguien quiere un tratado sobre como escribir una leyenda, no hay más que mirar al 917.
Toyota TS020 “GT-One” – Oportunidad
Cuando uno contempla el espectacular Toyota TS020, más conocido como GT-One, es difícil pensar en el coche como un Gran Turismo. El caso es que según la normativa de la época, el GT-One nació como un coche de la categoría Gran Turismo -GT1, para ser exactos- y de hecho llegó a existir una versión de calle. Toyota solo necesitó construir dos unidades. Curiosamente, el interior tenía aspecto de calle, dentro de lo que cabe. No hubo que vender ninguno y mientras una unidad está en un museo de Japón, el otro está en Toyota Motorsport GmbH en Colonia, en la base del Toyota Team Europe. Eso sí, el GT-One acabaría convirtiéndose a coche de prototipo más adelante.
El de 1998 fue un año difícil para el equipo Toyota, puesto que solo uno de sus coches terminó las 24 horas, a 25 vueltas del vencedor y en novena posición tras varios problemas a pesar de la velocidad mostrada. Al ACO no se le escapaba que los GT1, por culpa de las lagunas explotadas por las marcas -Toyota llegó a justificar que el depósito vacío podía servir para transportar una maleta; en esa época los GT debían tener espacio para maleta-, eran más veloces que los prototipos y cambiaron las normativas para 1999. Toyota modificó el GT-One para que pudiera ser admitido en una nueva categoría, llamada GTP -GT Prototype-. La carrera de las 24 horas de Le Mans de 1999 tendría que ser decisiva para Toyota y en cierta manera lo fue.
Problemas con los pinchazos eliminaron de la carrera a dos de los tres coches, mientras que el solitario Toyota número 3 se mantenía luchando por la victoria. Persiguiendo al BMW que lideraba la prueba, a una hora del final sufrió un pinchazo y tuvo que conformarse con la segunda posición, primera de la categoría GTP, siendo el único coche de esta en terminar. Se terminó así la carrera en Le Mans de un coche que en dos años tuvo dos oportunidades claras de ganar. Lo tuvo todo listo para hacer historia… pero no acabó de rematar la faena. El TS020 pasó a la historia como un coche que nunca venció pero conquistó los corazones de todo el mundo con un aspecto cautivador. Y hasta día de hoy, Toyota sigue aún sin ganar la famosa prueba francesa, siendo seguramente la marca más competitiva sin saborear el triunfo. ¿Lo harán algún día?
Audi R8 – Dominio
Las grandes historias están para superarse pero la del R8 es una historia sobre cómo empezar de la forma más humilde y llegar hasta la cima. Para Audi, lo bueno comenzó con el R8 que debutó en las 12 horas de Sebring del año 2000. Con victoria, claro. De hecho, el Audi R8 tiene un récord espectacular que lo sitúa entre los coches de competición más exitosos de la historia del automovilismo. Sobre 79 carreras en las que se inscribió al menos un R8, en 63 ocasiones uno de los Audi cruzó la línea de meta en primera posición. Un número que asusta pero que se obtiene por méritos propios.
El R8 ganó las 24 horas de Le Mans en 5 ocasiones; de 2000 a 2002 y luego en 2004 y 2005. Casi parece que el caso de 2003 fuera una excepción planeada, pues ese día no había ningún Audi oficial en pista pero sí había un Bentley con tecnología de Audi… También ganaron la American Le Mans Series seis años seguidos, de 2000 a 2005. Además, en las tres primeras victorias en Le Mans, cuando participó el R8 con el equipo oficial, el resultado fue de triplete en las tres ocasiones, demostrando que el R8 tenía un potencial increible. Hablar de dominio es quedarse corto.
Parte del éxito de este Audi, que es recordado tanto por su aspecto como por lo acertado de la decoración con los detalles en los colores de la bandera alemana, se debía al hecho que el coche estaba construido de forma “modular”. De esta forma, una parte dañada podía reemplazarse con mucha más facilidad y rapidez que en el caso de los rivales. Pero el Audi R8 también tuvo su parte oscura ya que fue al volante de uno de ellos, que Michele Alboreto perdió la vida en el circuito de Lausitzring en 2001. El R8 se “jubiló” tras una victoria en Lime Rock, la quincuagésima obtenida por el coche en la American Le Mans Series, en 2006.
La historia de las 24 horas de Le Mans está repleta de coches fantásticos. Algunos son recordados por sus grandes resultados. Otros lucen su aspecto mejor que nadie y los hay que lo mezclan todo. Incluso hay casos de coches que reciben más publicidad por una mejor gestión de la imagen de marca. Para pasar a la historia de forma definitiva hay que saber hacerlo todo y a propósito o por casualidad, estos cinco coches representan el mundo de la resistencia y Le Mans de forma ideal.
Ford GT40 – Adaptabilidad
Si uno menciona un coche de competición famoso por sus 40 pulgadas -un metro y dos centímetros- de alto, la respuesta automática es pensar en el Ford GT40. Aunque el nombre es fácilmente recordado, a menudo se falla en el hecho de no mencionar a los “modelos hermanos”. Si el GT40 -llamado internamente Mk.I-, también lo fueron otros como el Mk.II o el Mk.IV. Después del intento fallido de comprar Ferrari, en Estados Unidos se marcaron como meta vencer en Le Mans, humillando a los italianos si era posible. Empezó así una rivalidad singular.
Por ello, Ford se asoció con Lola y construyeron un coche para vencer en la mítica prueba francesa. Después de un debut poco exitoso en 1964, las cosas mejoraron un poco en 1965 pero no fue hasta 1966, con la llegada del Mk.II -segunda generación de Ford GT40-, que pudo vencerse en Le Mans con Bruce McLaren y Chris Amon. De hecho, hubo triplete americano, a la vez que Ford se convertía en la primera marca americana en vencer las 24 horas de Le Mans. En 1967, con el nuevo MkIV, Ford volvió a ganar. A pesar de ello -o puede que precisamente por ello-, un cambio de normativas forzó a Ford y a las demás marcas a retirar sus modelos.
La misma adaptabilidad que Ford había mostrado con el GT40 y las múltiples evoluciones -poco se parecía el Mk.IV al Mk.I-, los dos modelos anteriores en competición que ya habían probado las mieles del triunfo no podían competir en Le Mans -el Mk.III era un coche de calle-, por lo que Ford tuvo que recurrir al vetusto Mk.I. Con él, consiguieron vencer no solo en las 24 horas de Le Mans de 1968 sino también en las de 1969. De hecho, fue el mismo chasis, que venció en ambas pruebas. Con Jacky Ickx al volante, este fue el canto del cisne de un coche que inspiró a toda una generación.
Ferrari 330 P4 – Belleza
Si les preguntáramos a muchos de los que vivieron la época de los años 60, aquellos que tuvieron la suerte de ver al 330 P4 en acción, no tendrían ninguna duda. El Ferrari 330 P4 es muy a menudo considerado como el coche de competición por antonomasia. El bólido de carreras más bello desde que el mundo es mundo. El color rojo, las formas que fluyen de forma suave, natural, como el viento, la velocidad que demostró. Lo único que le faltó al 330 P4 para coronarse fue ganar Le Mans. Pero eso no le impidió pasar a la historia por su estilo.
Sí consiguieron ganar en Daytona, en 1967, única temporada en la que los 330 P4 compitieron. Una victoria legendaria para Ferrari con una foto igualmente histórica y con algunos de los mejores pilotos del momento. Muchos de los que compitieron con el 312 de Fórmula 1 lo harían también con este coche de resistencia. Pero habría que añadir talentos del tamaño de Jackie Stewart entre otros. No hay duda que un coche así atrajo la atención de grandes pilotos, aún existiendo tan solo cuatro unidades fabricadas.
Al respecto de este coche hay una anécdota sobre la derrota en las 24 horas de Le Mans en 1967. En su lucha hasta el fin del mundo contra Ford y sus Mk.IV, durante la noche francesa hubo un apagón mientras los Ferrari rodaban en cabeza. Cuando el cronometraje volvió a estar activo, Ford era líder con una vuelta de ventaja que Ferrari no pudo recuperar en ningún momento. Al año siguiente, una chicane recibe el nombre “Ford” en el circuito de La Sarthe. Conspiración o no, nunca se sabrá. Claro que siempre queda la frase de “c’est l’argent”…
Porsche 917 – Leyenda
El Porsche 917 lo tiene todo para convertirse en un icono del mundo del automovilismo. Una historia fantástica sobre cómo Porsche engañó a los inspectores de la FIA haciéndoles creer que tenían 25 unidades construídas y listas para funcionar… sin ser cierto. Un sinfín de decoraciones míticas como la de los colores de Gulf, Martini, Porsche Salzburgo, … Un coche que es absolutamente precioso. Una película protagonizada por un actor como Steve McQueen y éxito más que abrumador en las carreras, con dos victorias en las 24 horas de Le Mans. Aunque Porsche tuvo otros grandes coches en Le Mans como los 935, 936, 956 o 962, el 917 fue el que lo empezó todo; la leyenda que inspiró a los guerreros del futuro.
Todos los múltiples modelos del fantástico 917 contribuyen a la leyenda. Tanto el 917L como el 917K e incluso el espectacular 917 de la Can Am que se estrenó allí después del cambio de normativas en Europa que no permitía que el 917 siguiera compitiendo en el viejo continente. Los inicios no fueron fáciles y 1969 se saldó con muchas roturas y un Le Mans desastroso a la par que trágico con la muerte de John Woolfe, con el único 917 privado de la pruba francesa. Solo los 1000km de Zeltweg dieron una esperada victoria a un coche que no acababa de comportarse como querían los alemanes. No fue hasta que John Wyer se asoció con Porsche y modificó la parte trasera de los 917, que se solucionaron los problemas. Llegó la victoria en Le Mans en 1970, con dos 917 en las dos primeras posiciones.
Tras anunciarse el cambio de normativas para 1972, Ferrari dejó de trabajar en el 512M y Porsche se quedó sin rivales reales. Esto ayudó a que 1971 volviera a ser un paseo triunfal, con el único rival real en forma del Ferrari 512M de Roger Penske. Así se terminó la carrera del 917 en Europa, aunque alguna unidad acabó en la Can Am. Historia corta pero intensa. Hasta 1981, cuando las normativas volvieron a abrirse y Kremer presentó un nuevo 917, llamado 917K-81, muy espectacular. Clasificó entre los diez primeros, demostrando que la base era más que excelente aún diez años más tarde pero problemas técnicos impidieron que viera la bandera de cuadros. Su última carrera fué en Brands Hatch ese mismo año, donde abandonó por culpa de problemas en la suspensión tras haber llegado incluso a liderar. Si alguien quiere un tratado sobre como escribir una leyenda, no hay más que mirar al 917.
Toyota TS020 “GT-One” – Oportunidad
Cuando uno contempla el espectacular Toyota TS020, más conocido como GT-One, es difícil pensar en el coche como un Gran Turismo. El caso es que según la normativa de la época, el GT-One nació como un coche de la categoría Gran Turismo -GT1, para ser exactos- y de hecho llegó a existir una versión de calle. Toyota solo necesitó construir dos unidades. Curiosamente, el interior tenía aspecto de calle, dentro de lo que cabe. No hubo que vender ninguno y mientras una unidad está en un museo de Japón, el otro está en Toyota Motorsport GmbH en Colonia, en la base del Toyota Team Europe. Eso sí, el GT-One acabaría convirtiéndose a coche de prototipo más adelante.
El de 1998 fue un año difícil para el equipo Toyota, puesto que solo uno de sus coches terminó las 24 horas, a 25 vueltas del vencedor y en novena posición tras varios problemas a pesar de la velocidad mostrada. Al ACO no se le escapaba que los GT1, por culpa de las lagunas explotadas por las marcas -Toyota llegó a justificar que el depósito vacío podía servir para transportar una maleta; en esa época los GT debían tener espacio para maleta-, eran más veloces que los prototipos y cambiaron las normativas para 1999. Toyota modificó el GT-One para que pudiera ser admitido en una nueva categoría, llamada GTP -GT Prototype-. La carrera de las 24 horas de Le Mans de 1999 tendría que ser decisiva para Toyota y en cierta manera lo fue.
Problemas con los pinchazos eliminaron de la carrera a dos de los tres coches, mientras que el solitario Toyota número 3 se mantenía luchando por la victoria. Persiguiendo al BMW que lideraba la prueba, a una hora del final sufrió un pinchazo y tuvo que conformarse con la segunda posición, primera de la categoría GTP, siendo el único coche de esta en terminar. Se terminó así la carrera en Le Mans de un coche que en dos años tuvo dos oportunidades claras de ganar. Lo tuvo todo listo para hacer historia… pero no acabó de rematar la faena. El TS020 pasó a la historia como un coche que nunca venció pero conquistó los corazones de todo el mundo con un aspecto cautivador. Y hasta día de hoy, Toyota sigue aún sin ganar la famosa prueba francesa, siendo seguramente la marca más competitiva sin saborear el triunfo. ¿Lo harán algún día?
Audi R8 – Dominio
Las grandes historias están para superarse pero la del R8 es una historia sobre cómo empezar de la forma más humilde y llegar hasta la cima. Para Audi, lo bueno comenzó con el R8 que debutó en las 12 horas de Sebring del año 2000. Con victoria, claro. De hecho, el Audi R8 tiene un récord espectacular que lo sitúa entre los coches de competición más exitosos de la historia del automovilismo. Sobre 79 carreras en las que se inscribió al menos un R8, en 63 ocasiones uno de los Audi cruzó la línea de meta en primera posición. Un número que asusta pero que se obtiene por méritos propios.
El R8 ganó las 24 horas de Le Mans en 5 ocasiones; de 2000 a 2002 y luego en 2004 y 2005. Casi parece que el caso de 2003 fuera una excepción planeada, pues ese día no había ningún Audi oficial en pista pero sí había un Bentley con tecnología de Audi… También ganaron la American Le Mans Series seis años seguidos, de 2000 a 2005. Además, en las tres primeras victorias en Le Mans, cuando participó el R8 con el equipo oficial, el resultado fue de triplete en las tres ocasiones, demostrando que el R8 tenía un potencial increible. Hablar de dominio es quedarse corto.
Parte del éxito de este Audi, que es recordado tanto por su aspecto como por lo acertado de la decoración con los detalles en los colores de la bandera alemana, se debía al hecho que el coche estaba construido de forma “modular”. De esta forma, una parte dañada podía reemplazarse con mucha más facilidad y rapidez que en el caso de los rivales. Pero el Audi R8 también tuvo su parte oscura ya que fue al volante de uno de ellos, que Michele Alboreto perdió la vida en el circuito de Lausitzring en 2001. El R8 se “jubiló” tras una victoria en Lime Rock, la quincuagésima obtenida por el coche en la American Le Mans Series, en 2006.
La historia de las 24 horas de Le Mans está repleta de coches fantásticos. Algunos son recordados por sus grandes resultados. Otros lucen su aspecto mejor que nadie y los hay que lo mezclan todo. Incluso hay casos de coches que reciben más publicidad por una mejor gestión de la imagen de marca. Para pasar a la historia de forma definitiva hay que saber hacerlo todo y a propósito o por casualidad, estos cinco coches representan el mundo de la resistencia y Le Mans de forma ideal.